José “Pepe” Mujica, una de las figuras más emblemáticas de la política latinoamericana, murió este martes a los 89 años tras padecer un avanzado cáncer de esófago. Expresidente de Uruguay (2010-2015), exguerrillero tupamaro, senador, agricultor, filósofo popular y símbolo de austeridad, Mujica dejó una huella imborrable por la coherencia entre su discurso y su vida.
Nacido el 20 de mayo de 1935, Mujica comenzó su militancia en la adolescencia y se sumó luego al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Pasó 13 años preso durante la dictadura militar uruguaya, gran parte de ellos en condiciones infrahumanas. Tras recuperar la libertad, ingresó a la vida política democrática y fue uno de los fundadores del Movimiento de Participación Popular (MPP), dentro del Frente Amplio.
A finales de 2024, ya afectado por la enfermedad, se retiró de la vida pública: “Lo que pido es que me dejen tranquilo. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. El guerrero tiene derecho a su descanso”, había dicho. Su histórica compañera, Lucía Topolansky, confirmó en los últimos días que recibía cuidados paliativos. La noticia de su fallecimiento fue comunicada por el presidente Yamandú Orsi a través de la red X: “Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y tu profundo amor por tu pueblo”.
Una despedida a la altura de su legado
El último adiós comenzará este miércoles por la mañana con un cortejo fúnebre que partirá desde la Torre Ejecutiva, sede del Gobierno, y recorrerá distintos puntos simbólicos de Montevideo, como la sede del Frente Amplio y el MPP. El homenaje culminará en el Palacio Legislativo, donde el pueblo podrá despedirlo hasta el mediodía del jueves.
“No me voy, estoy llegando”
En su despedida presidencial, el 28 de febrero de 2015, Mujica pronunció una de sus frases más recordadas: “No me voy, estoy llegando”. En ese acto, antes de entregar la banda a Tabaré Vázquez, dejó en claro que seguiría comprometido con la política y con su gente: “Me iré con el último aliento y donde esté, estaré por ti, contigo, porque es la forma superior de estar con la vida. Gracias, querido pueblo”.
Un gobierno de transformaciones
Durante su mandato, Mujica impulsó reformas que posicionaron a Uruguay como un país pionero en derechos civiles: legalizó el aborto, el matrimonio igualitario y la producción y venta de cannabis. También pidió perdón, en nombre del Estado uruguayo, por la desaparición de María Claudia Iruretagoyena, nuera del poeta argentino Juan Gelman, cumpliendo con un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Sin embargo, su gestión no estuvo exenta de tensiones. El capítulo de memoria, verdad y justicia avanzó con dificultades, especialmente ante la vigencia de la Ley de Caducidad, que otorgaba impunidad a represores. También fue criticado por el nombramiento de Guido Manini Ríos como jefe del Ejército, quien luego se convertiría en un referente de la derecha uruguaya.
Un hombre fiel a sus principios
Mujica será recordado no solo por sus decisiones de gobierno, sino también por su vida austera, su discurso sabio y su cercanía con la gente. Vivía en una chacra, manejaba su viejo Volkswagen escarabajo y donaba buena parte de su sueldo como presidente.
El “Pepe” se despidió en paz, como vivió: con palabras simples, con convicción, con coherencia. Y con una frase final que resume toda su existencia: “El guerrero tiene derecho a su descanso”.